jueves, 5 de junio de 2014

Olvido involuntario

Lo siento, en realidad lo siento mucho... pero no puedo recordar tu cara. Ya ni siquiera puedo recordar tu voz. Creo que si la escuchara nuevamente la reconocería, pero no estoy tan segura. Tengo un vago recuerdo de cómo hablabas, de cómo te movías, de las cosas que decías, lo que te gustaba... cómo te vestías. Pero son muy tenues esas impresiones. 

¿Por qué te he olvidado? 

Aún te sigo soñando, aún te sigo pensando. En mis sueños... sé que eres tú, pero no es tu voz ni es tu cuerpo. Te pareces un poco, pero ya no existes más ni en mis sueños. No sabes lo que daría por poder recordarte por completo, como recuerdan otras personas. ¿Por qué demonios olvido tan fácilmente?

Me he empeñado en grabar con fuego tu nombre en mi frente, tus actitudes, tus deseos, tus palabras. Pero no lo he logrado. Lo único que me queda es el concepto de ti. El concepto de lo que fuiste... o de lo que eres para mí. Incluso cuando te veo en fotografías ya no te reconozco... no viene a mí esa sensación de familiaridad, a pesar de qué sé a ciencia cierta que eres tú en la foto. Sin importar qué tan vieja sea. 

¿Por qué me pasa esto? 

Y lo peor de todo es que te extraño, por eso pienso en ti casi todos los días. Te quiero muchísimo, te amo. Tengo muchísimas cosas que me gustaría decirte, compartir contigo, reclamarte, agradecerte... Pero ya no es posible. Y ya no lo será nunca. Fuiste una persona tan importante en mi vida, tan crucial... Y ya no te recuerdo. 

Lloro, simplemente por eso. Dicen que las personas mueren cuando ya nadie los recuerda.

¡Pero, lo juro, juro que no te estoy dejando morir a propósito!

¡¡NO ES MI INTENCIÓN!!

¡Yo quiero que vivas en mis recuerdos, quiero tenerte presente, a mi lado! 
¡Quiero mantener esa conexión contigo...!


Sin embargo, de  poco  valen  mis  esfuerzos. 

Día con día, te observo morir. 
Mueres en mi mente. 


Y el momento llegará, en el que habrás muerto dos veces...



Perdóname, papá. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario