domingo, 30 de noviembre de 2014

Zapatito blanco, zapatito azul...

¡Dime cuantos años tienes tú!

Si tuvieras que elegir entre vivir en Berlín o vivir en Zurich, ¿te considerarías desafortunado?

Tengo la peor buena suerte que conozco.

Desde que estaba chica, (en la preparatoria, quizá) puse mis ojos en Alemania. Yo quería ir a visitar, ir a estudiar, emigrar a Alemania. Cuando entré a la universidad moví cielo mar y tierra para poder estudiar alemán y que no me costara tanto. Después, cuando comencé a buscar opciones para continuar mis estudios (como a la mitad de la carrera), conocí a la ETH (Eidgenösische Technische Hochschule) la principal universidad de Suiza, la tercera mejor de Europa, la 12a mejor del mundo y el primer lugar fuera de las universidades de Estados Unidos y Reino Unido. De hecho, yo quería irme ahí a estudiar la maestría. Sin embargo, no apliqué precisamente porque ya me habían aceptado en el Cinvestav (algo de miedo también jugó un papel importante ahí... ¿y si no me aceptaban?)

Ahora... Tengo la peor buena suerte que conozco. Tengo dos ofertas de trabajo, como asistente de investigación. En ambas me dan un doctorado al finalizar (me pagan por estudiar, ¡yei!). Una es en Zürich, en la ETH. Otra es en Berlín, en la Freie Universität - Berlin. El de Zürich es en Neuroinformática y el de Berlín es en Proteómica computacional. Ambas tienen sus ventajas y desventajas. Y me tengo que decidir YA. Mañana, cumpleaños de Javier. Y como creo que no le voy a tener regalo de cumpleaños (¡perdón! ¡prometo darte el mejor regalo de cumpleaños que mi amor pueda dar!), al menos quiero regalarle un papelito que diga "Vale por tres años para vivir en _______" (ya depende si es Suiza o Alemania). Quiero de alguna forma retribuirle el hecho de que me apoye tanto (vamos, he cambiado de decisión 5 veces en 7 días y con todos los cambios ha estado de acuerdo).

Ja... no he podido dejar de pensar en eso toda la semana. ¿Mi sueño de la adolescencia o mi sueño académico? Y ahora necesito ayuda. Necesito poder decidir. Digo, esto no es tan sencillo como escoger qué me voy a poner el día de hoy o que voy a hacer de comer.

Ya me voy, de hecho. Eso es un hecho. Con cualquier opción salgo del país la próxima semana. Lástima, yo quería pasar las fiestas decembrinas sin tanto frío y con mi familia, pero creo que eso no será posible. (Me voy a hartar de la nieve, eso estoy segura)

A pesar de todo el estrés que esto me provocó (bajé aproximadamente 3 kilos porque se me olvidaba comer de tanto que estoy pensando en esto), ahorita que lo escribo me doy cuenta que estoy feliz. Me voy a cumplir mi sueño, sea cual sea el que escoja cumplir primero. El otro podrá esperarse unos 4 años, a que termine el doctorado.

 Entonces, ¿águila o sello?

domingo, 23 de noviembre de 2014

La mejor decisión que no he tomado

Estoy frente a la mejor decisión que no he tomado. 

¿B o Z?

¿Alguien que me ayude a decidir?
Y en dos semanas me voy. 
Al menos eso ya es un hecho. 

Libertad voluntaria

Ya no me siento culpable. 

Hace varios días liberé esa culpa. Fue algo que me puse como condición para poder casarme. No me iba a casar aún atada a culpas fantasmas, a sueños vívidos incoherentes, a deseos frustrados. Y puedo decir que me casé libre.

¿Sentiste esa libertad?

No sé para otras novias, pero para mí, mi boda fueron las horas que más rápida y felizmente se me han pasado. ¿Lo sentiste? Tú también te veías feliz. Sé que me has perdonado. Yo también te perdoné.

Hace días me liberé. Fue libertad mental en su más pura expresión. Dejé ir lo que me encarcelaba. Le pedí perdón por haberlo mantenido encerrado también tanto tiempo y le dije que lo perdonaba por haberme tenido tras rejas todo este tiempo. Ese sentimiento de opresión murió para mí hace varios días. Quizá semanas. Quizá meses. Había ido agonizando lentamente, hasta que murió.

Culpa, ya no me necesitas. Ya no me vas a sentir. Culpa, ya no te necesito. Ya te he dejado de sentir.
Ahora camino libre, tomada de la mano de un hombre especial, de una manera tranquila. ¿Caminamos hacia el mismo lugar? No lo sé. Sólo sé que lo quiero acompañar, así como él me ha acompañado a mí.

¿Me das un besito? Ándale, uno ahora que ya tenemos permiso.


lunes, 17 de noviembre de 2014

Anillos


Las enseñanzas te llegan de donde menos te lo esperas.  Una persona sin un trasfondo académico convencional te sorprende porque entiende el lenguaje de la vida mejor que tú, mejor que nadie.  Y lo admiras, porque esa persona, en su sencillez,  en su sensibilidad y su amor, te hace entender, de una forma tan fácil, algo que para ti sola hubiera sido imposible.

Sólo me queda decir gracias.  La misma felicidad que este acontecimiento  le provoca a usted, me la está provocando a mí.  Creo, y lo creo firmemente, que es la persona más sabia que conozco.  Me ha hecho entender tantas cosas...  Cosas que por mi cuenta nunca hubiera entendido.  Nunca me hubiera salido de mi mundo egoísta, irreal, inconsciente, de no haber sido por una palabra suya, un gesto aquí, una mirada acá.  Una noche de desvelo platicando hasta las siete de la mañana.  Un abrazo en un momento de emoción.

Le agradezco que me haya aceptado con los brazos abiertos en su familia, en su vida.  No sabe lo que esa foto simboliza para mí.  Ver nuestra cara de felicidad en el momento de ponernos los anillos y saber que esa foto la llevará con usted por mucho tiempo, para mí es suficiente.  Saber que, gracias a que conocí a su hijo y que decidimos hacer una vida juntos, la pude conocer a usted, para mí es maravilloso.  Mi vida es más completa desde que la tengo como guía.  Porque sin saberlo, la hice mi guía.  Hoy me di cuenta.  La observo, la escucho y la quiero comprender... como estudiante ávido, atento de lo que dice el maestro.  Usted ha sido mi maestra y espero que lo sea mucho tiempo.  Prometo hacer lo posible por que este cambio en nuestras vidas, del que su hijo y yo fuimos mecha, sea el principio de algo bueno.
Tengo la suerte de que mi nueva familia es maravillosa.  Tanto, que no la siento como nueva.  Para mí es simplemente como si hubiéramos estado separados y nos hayamos reencontrado. Así me ha hecho sentir hoy su detalle.    Cuanto simbolismo pueden encerrar unos anillos y un momento de desorientación.
Y procuraré guardar para siempre esa enseñanza...  Quizá la lección no es para el otro, quizá es para mí.