jueves, 29 de marzo de 2012

Chocolate...

En un pueblo muy particular, todos llevaban cargando siempre un tarrito con chocolate.
Este chocolate tenía la particularidad de que los sabores eran muy distintos. Cada persona tenía un sabor particular de chocolate, porque el chocolate reflejaba más que su habilidad para prepararlo.

Sin embargo, no a todos les gustaban los mismos chocolates. Podría ser que les gustara solamente el chocolate de cierta persona o que les gustaran prácticamente todos los chocolates del pueblo. Estos eran los más sociables, debido a que siempre que se reunían en la plaza, iban los pueblerinos platicando entre ellos y caminando con su tarrito de chocolate. Parte de la tradición, era probar un poquito del chocolate de la persona con la que platicaran. Afortunadamente, el pueblo era lo suficientemente pequeño como para que todos hubieran probado el chocolate de las demás personas, por lo que ya sabían con que persona podían caminar sin tener que sufrir una indigestión.

Solamente había un tabú, surgido de una leyenda. Nadie probaba su propio chocolate.

La leyenda decía que había habido una vez una pelea entre dos habitantes del pueblo. Incapaces de ponerse de acuerdo, se retaron a un duelo, con la condición de que el que perdiera el duelo sería desterrado del pueblo.
El duelo fue, obviamente, probar su propio chocolate. Nunca antes había alguien probado su propio chocolate.

"¿A qué le sabrá?" se preguntaban todos.

Llegó el momento.
Al mismo tiempo, los dos probaron su chocolate. Ambos hicieron muecas de disgusto, pero hubo uno que no soportó el mal sabor que le proporcionaba y vomitó.
Aquél que vomitó, conforme a las condiciones del duelo, fue desterrado del pueblo.

La otra persona estuvo con malestar estomacal y diarrea unos cuantos días, pero se pudo recuperar.

Un día, mucho tiempo después, Juanita tuvo la curiosidad. Tomó una cuchara y, con la mano temblorosa, la llevó de su propio tarro de chocolate a su boca.

El simple hecho de probarlo le nubló la vista.

Con tristeza, Juanita descubrió que ella hubiera perdido el duelo, mientras veía cada vez más cerca las piedras del pavimento.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Ñoñerías

Pláticas entre dos ñoños:

- Me siento triste...

-¿Por qué?

- No lo sé...

- Quizá sólo necesitas despejarte.

-Es posible. ¿No hay algo así como una tienda gigante de artículos de oficina? ¡Como un Office Depot hecho Sam's Club!