domingo, 12 de enero de 2014

La libertad del pensamiento

Conversaciones con mi subconsciente
[Fragmento]

El siguiente es un fragmento de un escrito que salió a borbotones de mis dedos. Es solamente una pequeña parte, porque el escrito completo lo guardaré en mi corazón, en el templo de mi mente, en donde ayudará a que siga puliendo mis orillas, para dejar de ser una piedra bruta y sacar la relucir la joya que todos llevamos dentro. Sin embargo, les comparto un poco.

Desde hace tiempo me he estado preguntando de qué forma puedo realmente ser libre. De hecho es una pregunta que me atormenta, porque el no saber la respuesta implica que no soy libre, puesto que ni siquiera sé que es lo que me esclaviza.

Cavilando al respecto, me di cuenta de que uno de mis principales verdugos es el pensamiento. Normalmente, ni siquiera estoy consciente de ellos, aunque es definitivo que tienen influencia en lo que hago, en lo que digo y  en los subsecuentes pensamientos que se presentan.

No tengo duda que el estado en que se encuentra nuestro ser físico interviene fuertemente en la cantidad y calidad de pensamientos que nos atosigan. Es como si estuviera inconscientemente reaccionando a nuestro estado interior. ¿Alguna vez alguien ha notado que comienza a ponerse de malas sin razón debido a una digestión deficiente? O la más común de todas... ¿debido al hambre?

¿De qué manera puedo liberarme de los pensamientos que sé que son simplemente respuestas fisiológicas al malestar físico? Y una pregunta más grande aún, ¿cómo puedo entonces diferenciar de un pensamiento meramente condicionado a uno verdaderamente volitivo?

[...]

Estas preguntas y muchas más, han estado bullendo en mi cabeza desde entonces.
Es entonces que he llegado a variadas y muy extrañas conclusiones. Por ejemplo, que nuestro entorno, al estar completamente sujeto a nuestra percepción, no es real. Que nuestros pensamientos y nuestros sentidos son nuestros principales carceleros, porque temen que en el momento en que nuestra esencia se dé cuenta de lo irreal que resulta todo su entorno, pierda su cohesión, su fuerza interna, al haber estado viviendo una mentira.

[...]

En el momento en que pensé que todo es irreal... la idea dejó de molestarme un poco. Un momento antes, me molestaba porque pensaba que había sido tanto tiempo tirado a la basura... porque la sensación de que nada es real me amenazaba de muchas maneras, porque en ese entonces yo basaba mi sola existencia en esa pre-concepción... que lo que está a mi alrededor es real. Pero entonces, ¿qué es lo verdadero?

[...]
Y entonces, es cuando llego a conclusiones más esperanzadoras:
Que como si fuera el personaje principal de un juego de vídeo,  soy a la vez programador y diseñador del mismo.

Que lo que le da sentido a la existencia de ese personaje son sus decisiones. En cualquier momento, aquí, ahora, ayer y mañana.

Que la verdadera libertad depende del conocimiento. Porque al momento de conocer las reglas, puedes saber cómo darles la vuelta. Y en ese momento nos hacemos libres.

Y justamente un momento después, creo que todo esto ha sido simplemente otro producto de mi imaginación. Sin embargo, eso no le quita lo real, porque lo que es real lo decido yo.

E. c.