martes, 9 de septiembre de 2014

Condena

Te condeno a una vida de tranquilidad.

Por el daño que has causado inconsciente y conscientemente. Por que tus errores te han traído mucho dolor y sufrimiento, te condeno a ser feliz. Porque sé que antes de tus errores,  fuiste muy feliz. Porque es imposible sufrir mucho sin antes haber disfrutado igual. Por eso, te condeno a una eternidad sin altibajos. A una eternidad de felicidad y complacencia.

Te preguntarás cómo es ése un castigo. Bien, eso es fácil de responder. Tu condena será un irremediable olvido, un infructuoso intento de recordar. Olvidarás tu experiencias. Olvidarás tus amistades y tus relaciones. Olvidarás lo mucho que te esforzaste para llegar a donde estás. Aunque intentes mantener tus recuerdos con videos, fotografías, escritos, detalles, eventualmente guardarlos será en vano. Olvidarás  el porqué de tus acciones. Olvidarás a la gente que amas, que amaste y que te amó.  Olvidarás sus atenciones, gustos,  actitudes... incluso la forma de sus ojos.  Serán para ti borrosas imágenes en la inmensidad de tu fallida memoria. Y eso te hará estar feliz. Porque no recordarás el sufrimiento ni las alegrías. La sensación de llorar por alguien, el arrepentimiento de haber obrado mal y dañado a alguien. La importancia que tienen y tuvieron tus relaciones. El primer beso... y último.  Todo lo olvidarás. Sin embargo, al observar a las personas que te rodean, sabrás que hay algo raro contigo. Sabrás que estás condenada a olvidar, porque verás las emociones de los demás... y estarás celosa. Y luego eso también lo olvidarás y pensarás que tu vida es perfecta,  que no le falta nada.

Esa es la belleza de tu condena.

Te condeno a vivir en una ilusión.  Te condeno a vivir en el presente involuntariamente. Te condeno a recuerdos esporádicos,  a llorar sin razón. Porque alguna parte de tu cuerpo lo recordará.  Algún aroma, algún sonido, algunas palabras o algunas imágenes te traerán la consciencia de lo valiosa que fue tu pérdida. Te condeno a brillar eternamente, condenada a repetir lo que no sabes,  a memorizar sin esperanza.  Te condeno a una felicidad superficial, a ser un punto brillante en la oscuridad.

Te condeno a ser eterna, mi amada mente sin recuerdos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario