domingo, 24 de agosto de 2014

Sueños

Hoy, después de un sueño muy intenso y vívido, me desperté con una canción en la mente. No recuerdo de quién es... y no quiero recordar. Sólo recuerdo que empieza: "sé que cambiaste tu número de teléfono,  y sé que cambiaste hasta el color de tu pelo...".
Es triste.
Una esperaría que después de una serie de tantos sueños vívidos,  despertara con nuevos ánimos para el nuevo día. Que te agradara el hecho de que puedas dormir tan profundamente... que puedas realmente convivir con tu subconsciente ahí.
Pero, no es así.
Es simplemente cansado. Quizá lo estoy haciendo mal. Quizá falta meditar más,  quizá tengo que liberarme del estrés autoimpuesto. Quizá tengo que ver más a mis amigos y salir a disfrutar algún paisaje. Vaya que me hace falta ir al río.  Quizá así serán siempre, porque mi subconsciente es un lugar extraño,  en el que en un momento me balacean y al siguiente me buscan. En el que se puede combinar un bosque, una cabaña,  una hermana y una búsqueda.  En el que puedes ser del sexo contrario,  e incluso soñar eventos que nunca te han pasado,  con personas que no conoces. Y puedes repetir una y otra vez la forma en que te gustarían los eventos imposibles.

La parte que me despertó hoy,  a las 7:41 en específico,  fue cuando me puse a gritar por una ventana "¡Papá, al rato vengo para desayunar". Sólo que ese papá no era mi papá y tenía a un niño pequeño enfrente. Eso fue demasiado incluso para mi subconsciente y fue incapaz de mantener el sueño.  A pesar de que continuó lo que para mí parecieron unos minutos. Quizá fueron horas.

Es simplemente cansado.
Adoro mis sueños, estoy segura de que si les pusiera mejor atención ayudarían a conocerme mejor... pero son cansados. Y me dejan pensando demasiado.

Buenas madrugadas.

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