Basta. Basta, por favor.
¿Cuándo me van a perdonar?
¿Cuándo se convencerá que no soy una enfermedad contagiosa que tenga que evitar?
Todavía lloro y espero. Espero ese perdón, que no ha llegado hasta el momento. Y que cada vez veo más lejano. Es algo que me ata, es un peso muerto que voy cargando y me hace más difícil avanzar.
¡Ya, de una buena vez, PERDÓNAME!
No hay comentarios:
Publicar un comentario